LA RUEDA: UN VIAJE A LA MEMORIA

Con el fin de generar espacios de diálogo y reflexión se llevó a cabo en el
mes de marzo en el Auditorio del Banco de la República, una conferencia
sobre el significado e importancia de la revista de emprendimiento cultural
La Rueda.

Por: María Camila Vivas Maldonado

Entre risas y recuerdos el Filósofo, Magíster y Doctor en Literatura Carlos Fajardo,
estuvo en Popayán recordando los procesos culturales y literarios llevados a cabo
en la ciudad durante la segunda mitad del siglo XX.

A finales de 1979, en los corredores de la Universidad del Cauca, el poeta
Jaime Cárdenas, Juan Carlos López, Germán Mendoza Diago y Carlos Fajardo,
planearon publicar un primer libro que se tituló Voces Intermitentes. La semilla
más importante para la fundación de La Rueda.

La Rueda “fue un grupo de amigos que buscaba construir un sueño, una
posibilidad de sacudir al menos utópicamente alguno que otro cimiento de
Popayán”, menciona Fajardo, asegurando que era demasiada responsabilidad
sintetizar en pocas palabras “todo el manantial de vivencias, discusiones y
concepciones del mundo que representó el legendario grupo”.

La revista comenzó siendo un taller artístico y literario realizado cada sábado. Fue
una revista de poemas, de consignas políticas e ideas contestatarias, que buscaba
instaurar a través de la palabra su existencia, volviendo los discursos realidad
viviente y presencia.

Se llamó La Rueda como metáfora de viaje, de camino, de cambio, de movimiento
y avance, de pensamiento rebelde y nómada, recuerda Carlos.

Desde las primeras sesiones como taller se sumaron voces como la de ‘El negro
Rubén Darío Guerrero’ de Puerto Tejada, Carlos Navarro, Hilda Restrepo y Luz
Marina Cuesta, quienes harían parte de la primera edición.

Los editoriales de las tres primeras revistas, tenían un programa de intenciones
y pretensiones ideológico- poéticas de confrontación, como fue el editorial de
la revista número tres: “No somos los libertadores del mundo encaramados en
caballos galopantes. No tenemos toda la verdad encerrada en nuestras voces.
No somos los únicos que podemos usar el verbo y la palabra. No encontramos
muchas veces la esencia de las cosas, porque se queda algo en ellas. No somos
los mejores ni más queridos ejemplares de la especie y no permitimos que nos

juzguen, quienes no nos oyen”.

En 1982 La Rueda dejó de ser taller literario y se conservó como revisa hasta
1985. En total fueron 7 números que se publicaron. Y a pesar de las dificultades
en la financiación, la rueda se constituyó en un proceso de aprendizaje y un
espacio para la educación sentimental, poética, política y generacional de la
época. Fue una posibilidad para no perecer en el silencio, ante las condiciones
históricas del momento.

“Fuimos hijos de una época de crisis y de crítica, desconsolaos y desencantaos
ante un país hecho por ruinas históricas. Soñábamos con la revolución
poética y libertaria, estábamos con la idea de no dejar pasar la vida sin ningún
estremecimiento”, recuerda Carlos.

La guerra fría, el estado de convulsión mundial, la esperanza de la revolución
cubana en américa latina, la revolución cultural del mayo francés, la dictadura
de Pinochet y el gobierno de Turbay Ayala con el estatuto de seguridad, que
pretendía contrarrestar los movimientos rebeldes de la época con torturas,
desapariciones forzadas que provocaron el destierro de intelectuales como el
escritor Gabriel García Márquez, fueron su contexto.

Para Rafael Albán, “la Rueda fue un camuflaje, un grupo contestatario contra la
academia apergaminada, fue la posibilidad de disfrazarse de poetas, literatos y
lectores con la idea de contrarrestar la atmosfera oprobiosa de aplastamiento de la
juventud”.

La Rueda “como colectivo se alimentó de la contracultura, de las políticas
de izquierda, las poéticas de las vanguardias del siglo XX, el dadaísmo, el
impresionismo y el expresionismo, ayudando a fortalecer en algunos de los
miembros, la actitud de creador e intelectual crítico. En la historia de Popayán
quedará como un grupo universitario de confrontación, acorde al espíritu rebelde
de la década de los 70’s. Un revista que aportó en la creación de imaginarios
urbanos desde la Universidad del Cauca en Popayán”, concluye Carlos.

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